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Historia de Pascua

¿Sabía usted la historia de estos productos?


Huevos de Pascua:


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La tradición de regalar huevos de Pascua viene de hace muchísimos siglos, más de lo que se pueda imaginar. Antes de llegar a la tradición de los huevos, repasemos el origen de la palabra Pascua: proviene del hebreo “Pesah” y a su vez, del griego “Paskha”, la Pascua era la fiesta de los ramos verdes y los panes sin levadura. Tras el éxodo de los hebreos de Egipto, estos cruzaron por la gracia de Dios el Mar Rojo a pie, que había sido durante mucho tiempo símbolo de la muerte.

La Pascua Judía, conmemora la resurrección de un pueblo. El pasaje de un estado a otro. “Paskha”, en griego, significa justamente eso: Pasaje. Pasar del pecado a la vida. En señal de voluntad de purificación, los judíos se cubrían de cenizas como penitencia. La Pascua, marcaba también el renacer de las plantas, el nacimiento de los corderos y el pasaje del invierno a la primavera.

Los cristianos católicos que seguían la abstinencia cuaresmal para hacer el vacío en sí mismos, paso obligado hacia la purificación y la vida, pasaje del antiguo al nuevo testamento, no podían comer huevos ni tampoco productos lácteos. Los fieles los guardaban y una vez terminada la cuaresma los regalaban.

Pero… esto viene de muy lejos, porque ya en el siglo XVII, el Papa Alejandro VII, no tenía del “todo claro” que los huevos tenían que ser prohibidos durante el tiempo cuaresmal, así lo manifestaba en un decreto publicado el 18 de marzo de 1666:

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“No es evidente que obligue la costumbre de no comer huevos y lacticíneos en cuaresma”. Por lo tanto, ya en aquella época el consumo de huevos habría sido permitido. Cabe decir que los tiempos han cambiado y que la Iglesia Católica recomienda solamente la abstinencia de carne los viernes de cuaresma.

La tradición de regalar huevos el domingo de Pascua continuó, principalmente en los países anglosajones, Estados Unidos y en la Europa Central y son un regalo muy apreciado por aquél que los recibe. Suelen estar pintados de diferentes colores y se regalan en pequeñas cestas. Uno de los países europeos que más lo vive es Alemania; se sabe, curiosamente, que la tradición en Estados Unidos vino gracias a unos alemanes que promocionaron dicha costumbre en aquel país. Usualmente se piensa en los niños a la hora de regalar un huevo de Pascua, pero los mayorcitos también esperan ansiosos la llegada del manjar pascual.

Cabe la aclaración de que no solamente hay huevos de gallina, sino también de chocolate ricamente decorados con figuras de azúcar. Los huevos también fueron protagonistas en la época griega. Los griegos pintaban huevos y los comían en las fiestas de primavera, pero como ven, esta tradición no es la que motivó que dicho producto alimenticio fuera el protagonista de la Pascua. También los huevos en muchas culturas han significado “vida” y “fertilidad” y en la antigua Roma se regalaban en los festivales de primavera. Si tenemos que buscar un simbolismo cristiano al huevo, este puede ser el del principio del universo y de la creación, el sentido de una “vida nueva”, tal como indica la Pascua.

Una vida nueva que nos la da el Jesucristo resucitado. En la época que los huevos no eran permitidos para el consumo en el tiempo de cuaresma, todas aquellas personas que los habían guardado se reunían el domingo de Pascua delante de la iglesia de su ciudad para que el sacerdote los bendijera en la primera función litúrgica. Existe una tradición que explica el porque de que muchos de estos huevos naturales fuesen pintados de color rojo. Según esta leyenda, unos vecinos de Jerusalén dieron a unos niños unos huevos para que se los tirasen a Jesús cuando éste pasase delante de ellos camino del Calvario. En el momento que éstos los tocaron, los huevos se enrojecieron de sangre.

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En Francia y en otros países europeos, era tradición que el Domingo de Pascua, los jóvenes organizaran procesiones para recoger huevos y después dárselos a los hospitales y centros de acogida. En España y especialmente en Catalunya, la tradición de regalar huevos pintados no se conserva actualmente y los únicos que se regalan en Catalunya se encuentran en la “Mona de Pascua”

Sin embargo, en algunos pueblos catalanes, hace muchos siglos, se había realizado el juego de “Jugar-se els ous” (Jugarse los huevos). Participaban solamente los novios y ganaba aquél o aquella que más pronto sorprendiera a su amado en la mañana del domingo de Pascua. El juego, aunque no lo parezca, es bastante divertido, ya que al amanecer los jugadores entraban en sana competencia para esconderse el uno del otro. Ganaba aquél que decía la frase: “Pasqua és vinguda; els ous són meus” (Ha llegado la Pascua, los huevos son míos).

Un conocido dicho catalán reza: “Pasqua sense ous, com Nadal sense torrons” (Pascua sin huevos, como Navidad sin turrones). ¿Y qué rol cumple el conejo en todo esto?…. Resulta que el conejo es el que trae los huevos de Pascua. Los padres esconden los huevos en el jardín y a primera hora de la mañana del domingo invitan a sus hijos pequeños para que salgan a encontrarlos. ¿Quién ha puesto allí los huevos?, el conejito!. Para que nos entendamos, el conejo es como el Papá Noel o los Reyes Magos. La mayoría de ellos son de chocolate.

Los otros huevos, los pintados, se regalan de forma particular a las personas queridas. Si bien existen numerosas y bien documentadas crónicas acerca del origen de huevos de azucar pintados en Ucrania y de los archiconocidos huevos de Fabergé hechos para los Zares de Rusia se atribuye a un pastelero catalán el haber hecho los primeros huevos de chocolate para el rey Fernando VI de España.

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Huevos de azucar pintados en Ucrania. Huevo de Fabergé.

Estos, habían sido moldeados dentro de los cascarones de huevos de cisne y decorados con azúcar y caramelo por fuera. También se atribuye a los catalanes el origen de los cascarones de chocolate, conteniendo golosinas y obsequios en su interior. Se sabe que Luis XV, recibió un huevo de chocolate de 26 kilos como obsequio de Pascua, conteniendo en su interior, confituras diversas y una figura de oro representando al cordero pascual. Como siempre sucede con estas tradiciones tan antiguas, los orígenes varían y pueden no ser del todo certeros, pero lo que sí realmente importa es que por más confusa que sea su historia, los huevos de Pascua son y serán un símbolo para cada uno de nosotros. Y no sólo eso, una delicia también.

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